Read "Roja"
["Red"] and the poem "Times"
by María García
The writer's English translation follows the Spanish
De la breve y triste historia de la regla (y un poquito
más)
por María García, Argentina
Desde los más antiguos tiempos que te podás imaginar la
regla ha tenido ignorantes y temerosos enemigos que complicaron la vida
de la mujer que menstruaba.
En los comienzos de nuestra era Plinio el viejo escribía en su
Historia Natural que el sólo contacto con una mujer en ese
estado: "transformaba el vino en vinagre, marchitaba los cultivos,
hacía caer los frutos de los árboles, empañaba el vidrio
de los espejos, embotaba la punta de un arma, oxidaba el hierro y el cobre,
causaba la muerte de las abejas, ponía rabiosos a los perros que
probaban ese líquido, provocaba abortos en las yeguas" y
más.
Por siglos se mantuvieron falsas creencias sobre la mujer que sangra.
La regla era considerada un producto de desecho, un líquido impuro
y peligroso que era necesario eliminar sin testigos. En esos momentos la
mujer tenía poderes sobrenaturales y por eso era mantenida aparte
sin poder tener ningún tipo de contacto.
La mujer era maldita y esclava en esos días. Hoy nos parecen
ridículas algunas creencias antiguas, parecen superados muchos mitos
y supersticiones y nos creemos civilizados y comprensivos y muy informados.
Pero aunque la peor parte ya pasó aún no ha pasado todo.
Los actuales mitos sobre el período incluyen: que una mujer que menstrúa
no puede hacer una mayonesa porque la corta, que la regla purifica y desintoxica
el organismo, que no se puede lavar el cabello ni bañarse mientras
dura, ni ir a la peluquería, no se pueden comer frutillas ni tener
sexo, ni montar a caballo o hacer ciertos deportes. Algunas mujeres actualmente
califican su estado como una enfermedad diciendo que "me enfermé
tal día" o "estoy enferma" mientras dura.
En estos días las religiones judía e islámica conservan
preconceptos sobre la mujer que está menstruando, es decir de casi
todas.
Pero sobre todo sigue siendo un tema tabú. Aún hoy son
las madres o alguna mujer adulta la encargada de hablarles a las prepúberes
sobre lo que les va a pasar, recomendar discreción y festejar silenciosamente
la fertilidad de las hijas.
Padres, hermanos, amigos, novios y esposos no deben enterarse ni del
comienzo, ni de los días, ni de la forma que cada una usa para cuidarse.
El tema en sociedad sólo se toca cuando se trata de los míticos
trastornos psicológicos que supuestamente trae: mayor sensibilidad,
irritación, idiotez.
En fin que si sacamos una cuenta rápida teniendo en cuenta que
la regla puede durar hasta ocho días, entonces una de cada siete
mujeres en este momento está menstruando y bajo esos prejuicios está
totalmente inhabilitada y no es idónea para nada y para colmo tiene
que pagar todos los meses para inhabilitarse, y que no se entere nadie y
todo eso me pone de muy mal humor (y no es que esté con la regla,
jejeje).
Pero, hay un santo remedio para combatir el tabú, que más
bien no es santo, sino laico, pero sí es remedio.
Para la chica que menstrúa no todo es esperar esos días
y tratar de pasarlos lo mejor posible, porque actualmente se puede manejar
todo con la ayuda de la ciencia y la tecnología.
La regla se puede atrasar, adelantar, suprimir, provocar, licuar o espesar,
suprimir los dolores, hinchazón, disminuir la abundancia, etc., etc.
La mujer se ha adueñado del período así como antes
fue maldita y esclava en esos días. ¿Pero es realmente el
deseo o la necesidad de dominarla o más bien la pseudoliberación
de un hecho natural para cumplir con compromisos sociales, para no parecer
sucia o inhabilitada?
Una vez más el comercio tiene mucho que ver. La industria farmacológica
y de la higiene femenina ha provisto a las mujeres con miles de artefactos:
tampones, toallas femeninas, píldoras, inyecciones, hormonas y ha
ganado y sigue ganando mucha plata con todas esas cosas que nos metemos
en el cuerpo. ¿Son realmente necesarias? ¿Vale la pena enriquecer
a quienes aseguran públicamente liberarnos y en secreto siguen lucrando
con el tabú y reforzando el estigma se ser mujer?
Juicio sumario: culpables por comerciar con nuestro cuerpo. Culpables
por no advertirnos de los efectos colaterales y secundarios. Culpables por
provocarnos enfermedades. Y culpables nosotras por escucharlos.
Aún así, dice el dicho, si no querés que te pisen,
entonces no te disfracés de alfombra.
© 2005 María García
About the brief and sad history of the period (and a little
bit more)
translated by María García
From the remotest times you could imagine, menstruation has had ignorant
and frightened enemies that complicated the lives of menstruating women.
In the beginning of our era Pliny the Elder wrote in his Natural
History that the sole contact with a woman in that condition "made
the wine become vinegar, withered the crops, made the fruits fall off from
their trees, steamed up the glass of the mirrors, dulled the point of a
weapon, oxidized the iron and the copper, caused the death of bees, made
the dogs that tasted that liquid suffer from rabies, caused abortions in
the mares" and more.
For centuries false believes about bleeding women were maintained. Menstruation
was considered a disposable product, an impure and dangerous liquid that
was necessary to eliminate without witnesses. In those moments a woman had
supernatural powers and thus kept out without the chance of having contacts
of any kind.
Woman was wicked and slave-like during those days. Nowadays, some of
those antique believes seem ridiculous, we think we have overcome many myths
and superstitions, and we assume we are civilized, comprehensive and so
well informed.
But even though the worst part is over we are not done yet. Up-to-date
myths about menstruation include: a menstruating woman cannot make mayonnaise
because she spoils it, menstruation purifies and detoxifies the organism,
a menstruating woman cannot wash her hair nor take a bath while she menstruates,
she cannot go to the hairdresser, she cannot eat strawberries or have sex,
she cannot ride a horse or practice some sports. Some women still describe
their state as an illness, saying, "I got ill some days ago"
to point out the beginning of their periods or "I am ill"
while the menstruation takes place.
Nowadays, Jewish and Islamic religions maintain prejudices about women
having their periods, say almost every woman.
But above all, it continues being a taboo topic. Even at the present
time, mothers or some other elder woman is the person in charge to talk
to girls before puberty about what it is going to happen, recommend discretion
and celebrate in silence the fertility of daughters.
Fathers, brothers, male friends, boyfriends and husbands do not have
to find out about the beginning, nor the days, nor the way each woman takes
care of herself in those days.
In social events the subject is only accepted when deals with the mythical
psychological disorders that supposedly causes: more sensibility, irritation,
bad temper.
Finally, considering that menstruation lasts up to eight days, and a
month usually has thirty days, then, one out of seven women is menstruating
right now, and under those prejudices is completely disabled and is good
almost for nothing and, what's more, she has to pay every month to become
disabled, and "let's keep it as a secret!" and all this makes
me lose my temper (and I am not menstruating, ha ha ha).
But, there's a holy remedy in fighting the taboo, which is not precisely
holy, but secular, but it's a remedy at last.
The menstruating girl doesn't have just to wait for those days and try
to make them as tolerable as possible, because nowadays she can get along
much better with a little help from science and technology.
You can postpone or bring forward the day of your menstruation, menstruation
can be suppressed, choose the day you want your period to take place, the
flow can be changed in order to become more liquid or thicker, pains and
swelling can be suppressed, abundance diminished, etc., etc.
Woman has taken possession of her period just as before she was wicked
and slave-like during those days. But, is it really desirable or necessary
to take possession of it or is it rather a kind of pseudoliberation from
a natural fact in order to fulfill social obligations and not to seem dirty
or disabled?
Once more commerce has a lot to do with that. Pharmacological and feminine
hygiene industries have provided women with thousand of devices: tampons,
menstrual pads, pills, injections, hormones and has earned and keeps earning
a lot of money with all the stuff that we introduce into our bodies. Are
they really necessary? Is it worth while to enrich those who in public pledge
to free us and in secrecy keep on making profit with the maintenance of
the taboo and strengthening the stigma of being a woman?
Trial and sentence: guilty for trading with our bodies. Guilty for not
warning us about side and secondary effects. Guilty for making us sick.
And guilty also ourselves, for listening to them.
However, as the saying says, at least in Argentina, if you don't want
to be stepped on, don't disguise yourself as a carpet.
© 2005 María García
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